ENCUENTRO
INTERRESIDENCIAL EN LA RESIDENCIA VALDÁLIGA
El miércoles
vivimos un día muy especial y esperado para todos; hace varias semanas las
trabajadoras de La residencia de Suances, Madernia y Valdáliga hemos estado en
contacto constante organizando una jornada de convivencia, cooperación apoyo y
fraternidad, un encuentro entre las residencias de Mensajeros de la Paz en
Cantabria.
Después de un
gran trabajo previo y coordinación entre las tres residencias llegó el gran
día. La tarde del martes todo eran nervios, una pancarta de bienvenida, los
globos, todo el material preparado, “a ver si nos respeta el tiempo”…
A las 11.30 de
la mañana un autobús morado se acerca a nuestra casa, los primeros invitados
habían llegado; la residencia de Suances, capitaneada por Yoana y Selene ya
estaba aquí. En el jardín esperábamos los anfitriones, los recibimos con
ilusión, nervios y una sonrisa dibujada en la cara de todos.
Al cabo de un
rato, con Elena y Ángela a la cabeza, llegaba la residencia Madernia, recibidos
con aplausos por todos los demás.
Por fin
estábamos todos, el encuentro ya era una realidad, además el sol brillaba y
teníamos muchas ganas de pasarlo bien.
Hicimos un
recorrido para que conocieran nuestra casa, y al terminar teníamos preparado un
lunch de bienvenida para agradecer que estuvieran aquí. Un poco de jamón, un
vinito y las primeras conversaciones empezaron a fluir sin mucho esfuerzo.
Empieza el
rock and roll, hay que lanzar el dado y responder la pregunta, que si en que
trabajábamos cuando éramos jóvenes, que si en que hubiéramos gastado el dinero
de la lotería, que si que queríamos ser de mayores cuando éramos pequeños… hay
dos cosas que nos quedaron muy claras: a todos nos gusta el pipiribipipi y hay
que encontrar la forma de viajar a Cancún para montar un bar en el que vender
mojitos y cocido montañés.
El azar creó
parejas para mantener entrevistas, teníamos que obtener toda la información
posible de nuestros compañeros, desde el sabor de caramelo favorito hasta el número
de pie que calzaba, toda la información era bien recibida para después
explicárselo al resto. Seguimos averiguando historias falsas de algunos
compañeros, ¡aquí todo tiene truco!
Y sin darnos
cuenta había llegado la hora de comer; en aquella mesa había de todo y como
para una boda, empanada, tortilla, pastel de pescado, pollo, “¿quién quiere
mayonesa?”, hay para repetir, “yo quiero más tortilla”, “” yo más de todo”, y
¡de postre quesada!
Podríamos
haber salido de allí rodando tranquilamente, pero eso hubiera sido demasiado
fácil… Aunque teníamos contratado el buen tiempo hasta las 5 de la tarde,
mientras hacíamos la sobremesa empezó a llover. No, a llover no, llover era lo
del diluvio universal, esto más bien fue colocar una cascado sobre la
residencia. Pero no hubo problema, vinimos a jugar y todavía quedan un montón
de ideas. ¡Todo el mundo al gimnasio!
Una vez más
libramos el chaparrón, y pudimos seguir con nuestros quehaceres, llego el turno
del pasapalabra con rosco incluido, seguimos con el bingo de caras (estábamos
todos guapísimos).
Parón para
merendar, esta vez profiteroles de Hortensia ¡nada más y nada menos! Estaban
buenísimos, y si, en este punto sí que podríamos haber atravesado rodando toda
España… un par de juegos más, foto de grupo y despedida… eso sí, todos
terminamos con el firme propósito de volver vernos.
Desde la
Residencia Valdaliga queremos agradecer a todos los participantes y
trabajadores de Suances y Madernia sus ganas y su implicación, porque lo hemos
hecho posible entre todos. Se han cumplido todas las expectativas y objetivos
del encuentro con creces.
¡GRACIAS!
PD. ¿Dónde
está la pinza?
Muy bien, me alegro mucho que lo pasarais bien, es muy interesante que conozcan otras personas , y gratificante para todos, gracias al personal que lo habéis hecho posible, 💕
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